lunes, 6 de agosto de 2007

DE 10 A 14 AÑOS:

El centro de su atención ha recaído en la evolución más rápida o más lenta de su desarrollo, en los cambios del cuerpo, en las funciones orgánicas estimuladas por la “revolución hormonal”, en su capacidad para despertar amores y desamores... Las preguntas de las chicas y los chicos de diez a catorce girarán una y otra vez sobre esos temas.

Uno de los temas son los famosos y molestos “granitos, barritos o acné”. Estos se producen por algo que es bueno para el cutis: el trabajo de las glándulas sebáceas. Para ellos producen una especie de grasa espesa. En la pubertad esas glándulas están llenas de energía y “fabrican” más grasa de la necesaria, o aún no han crecido lo suficiente las vías de salida de la piel: los poros. Entonces la grasa se acumula y obstruye esos poros convirtiéndose en barritos o puntos negros. Cuando éstos se infectan se produce el grano. Por eso para evitar la infección, no hay que apretar o pellizcar la piel, y mucho menos con las uñas. Una cuidadosa higiene cotidiana y una dieta abundante en fibras, frutas y verduras y pobre en grasas, nada de toxinas, ejercicios al aire libre y suficiente descanso pueden ayudar a que la piel se libre de estos inoportunos barritos.

Conviene aclarar que estas reacciones cutáneas no tienen ninguna relación con la actividad sexual, con la masturbación o con la abstinencia... tal como suele atribuirles cierta creencia bastante generalizada.

En esta etapa es esencial en la educación sexual preparar a las chicas para la “menarca”, es decir, para su primer período menstrual. Es conveniente que se entere del tema antes de que la sorprenda el hecho consumado en sí misma o en alguna de sus compañeras.

Los varones también es importante que conozcan sobre el tema.

Tanto en la nena como en el varón que entran en la pubertad, será necesario explicarles que cuando las chicas empiezan a crecer, su cuerpo se va preparando para que algún día puedan ser madres. Esas hormonas que hacen crecer los senos y redondean la figura femenina producen también la maduración de todo el aparato genital.

En los ovarios (dos glándulas) hay miles de óvulos sin madurar. Cuando llega la pubertad, uno de esos óvulos madura y sale del ovario. Por un conducto que se llama trompa y se dirige al útero. Esto sucederá desde entonces cada 28 o 35 días, aproximadamente. Si ese óvulo no es fecundado, es decir, si no se une a un espermatozoide, sigue su camino. En el útero, todos los meses, se prepara un tejido, blando, suave, impregnado de sangre. ¿Por qué? Por la posibilidad de unión de las dos células: el óvulo y el espermatozoide, para dar vida a un nuevo ser. Si se forma el bebé, se adherirá a la pared del útero, pero si no se produce la unión, el revestimiento del útero ya no es necesario; entonces se desprende y se desintegra. Eso es lo que sale al exterior, por la vagina de la mujer. Parece sangre solamente porque la membrana se deshace en partes tan chicas que no se ven a simple vista.

Los primeros períodos pueden ser muy irregulares y conviene que lo sepa para que no se preocupe. Se le puede informar también que esos primeros ciclos femeninos nos son siempre fértiles. Y que las mujeres no menstrúan durante el embarazo porque en esos meses la cobertura del útero cumple la función para la que fue preparada. Y que alrededor de los 45, 50 o 55 años, a todas las mujeres se les interrumpe definitivamente la menstruación; después de ese momento (que se llama menopausia) ya no se producen óvulos, ni embarazos.

En cuanto a la infertilidad de los primeros ciclos es muy importante diferenciar ese dato de la falsa creencia que suele circular entre los jóvenes acerca de lo improbable de un embarazo en las primeras relaciones sexuales. Subrayar muy bien esta distinción hasta que quede clara.

Así como se aconseja advertir a las chicas la próxima llegada de su menarca, también conviene preparar a los varones para que las nuevas reacciones de su cuerpo no lo sorprendan desagradablemente, lo asusten o lo preocupen.

Cerca de los 10 años podemos avisarle al varón que cuando tenga doce o catorce, puede ser antes o después, experimente sensaciones agradables en sus genitales. Advertirá que de su pene brota un líquido blancuzco llamado semen. Ese líquido contiene células (espermatozoide) capaces de formar hijos, de embarazar una mujer si se unen las células que ella produce, llamadas óvulos. Esas emisiones pueden ocurrirle también cuando duerme; a veces (no siempre) cuando tiene sueños sexualmente excitantes.

La salida del semen se denomina “eyaculación”, y las sensaciones placenteras que la acompañan, “orgasmo”. Cuando esto ocurre durante el dormir, se lo denomina “polución nocturna”. Todo es sano, natural e indica que su cuerpo va abandonando su condición infantil y adquiriendo madurez. Otro dato de ese crecimiento ocurre en momentos de excitación sexual del varón, cuando el tejido esponjoso que contiene el órgano sexual del varón recibe una gran afluencia de sangre y por eso aumenta de tamaño, se eleva y rigidiza.

Otra inquietud frecuente entre los púberes es saber si una sola relación sexual puede producir un embarazo, y es necesario que los chicos lo tengan bien claro para evitar disgustos El embarazo se inicia siempre que un óvulo y un espermatozoide se unen, y para que este encuentro se realice basta con que el varón deje su semen dentro de los genitales de la mujer cuando en las trompas o en el útero haya un óvulo maduro. Eso puede ocurrir en la primera relación sexual o en cualquiera de las siguientes, si no se toma alguna medida para impedir el encuentro de las dos células.

Incluso, es posible que una chica (o una adulta) quede embarazada aunque el semen masculino haya sido depositado en la entrada de la vagina, sin producirse penetración. Los espermatozoides están capacitados para filtrarse y realizar el largo recorrido hasta el útero y las trompas. También puede suceder que el líquido que emerge del pene durante la excitación sexual contenga algunos espermatozoides con lo que se puede producir un embarazo, aún retirando el órgano masculino antes de la eyaculación.

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