lunes, 24 de marzo de 2008

El noviazgo

Los novios deben tratarse íntimamente.

Pero en este trato íntimo y con confianza no han de permitirse ciertas «confianzas» ni «intimidades».

Es más, deben ser muy discretos en permitirse ciertas manifestaciones amorosas, si no quieren manchar sus relaciones de pecados. No puedes permitirle a tu cariño muchas cosas que él te pide con fuerza.

Es necesario que aprendas a llevar tu noviazgo con la austeridad que exige el Evangelio.

Es muy importante que te propongas firmemente llevar tu noviazgo en gracia de Dios.
Eso será atesorar bendiciones del cielo para el matrimonio.

En cambio, si siembras de pecados el camino del matrimonio, ¿puedes esperar con confianza que Dios os bendiga después?

«En los muchísimos casos de matrimonios desgraciados, con graves problemas, he tenido la curiosidad de preguntar cómo les fue en el noviazgo. Hasta ahora ni un solo caso ha desmentido esta ley inexorable: fueron noviazgos con grandes descuidos morales y con enormes lagunas en su preparación».

Que tus relaciones sean cariñosas, pero castas.

Que tus manifestaciones de cariño sean limpias.

Todas las condescendencias que tengáis en el noviazgo con la pasión impura, han de redundar, tarde o temprano, en perjuicio de vuestra verdadera y perdurable felicidad.

Cuando unos novios viven un amor sucio, después les amarga.
En cambio, unos novios que han luchado por vencerse y mantener unas relaciones puras, tienen una ilusión, una felicidad y un amor muchísimo mayores. La experiencia de la vida confirma esto continuamente.

«Todos los esfuerzos que hayan realizado -solos o en común- para respetar las exigencias de la castidad antes del matrimonio, les ayudarán poderosamente a respetar más tarde todas las exigencias de la castidad en el matrimonio. Se cosecha lo que se sembró. Todo esfuerzo en este punto tendrá un día su recompensa».(50)


«He visto a menudo novios que estaban muy a gusto el uno junto al otro, se abrazaban largamente y a cada instante..., y en el momento de su matrimonio estaban ya cansados.

»Nosotros nos acariciamos de vez en cuando, y muchas veces nos cogemos simplemente de la mano.

»Tal vez alguien nos crea tontos, pero yo creo que así somos más felices.

»Todo es fresco entre nosotros.

»Nada está enmohecido.

»Nuestra posibilidad de felicidad no está embotada, ni lo estará jamás...

»Estoy seguro que el respeto es el guardián de la felicidad de los esposos.

»Los hogares duran en proporción inversa a las concesiones pasionales que los precedieron.

»Cualquier cosa que se usa sin medida y sin control acaba hartando»(51)

En el noviazgo todo se ve con luz alegre y radiante, y es necesario saber que el Sol todos los días se pone tras las montañas.

La vida del matrimonio no es lo mismo que la del noviazgo, ni el noviazgo puede ser lo mismo que el matrimonio.

Por eso debes tener mucha cautela en tus manifestaciones de amor.

Los novios todavía no son esposos.

Muchas cosas que entre esposos son perfectamente lícitas, entre novios son un pecado o por lo menos un peligro de pecar.

Las manifestaciones de cariño deben evitar una excitación sexual.
La excitación tiende a la satisfacción completa.

Es muy difícil que los novios que no son prudentes en sus manifestaciones de amor, permanezcan en el límite de las intimidades lícitas.

Una caricia lleva a otra mayor; y es preferible renunciar a la lícita antes que arriesgarse a caer en la que es pecado.

Para que las caricias sean ciertamente inofensivas, conténtate con que sean breves, delicadas y tan sólo «de los hombros para arriba, bajando sólo por el brazo».

«Se debe amonestar lo más seriamente posible al cristiano acerca del peligro de jugar con la sexualidad».

Los novios, como todos los demás solteros, pecan gravemente si con sus mutuas caricias se provocan voluntariamente un deleite carnal; o se ponen, voluntariamente y sin necesidad, en peligro próximo de provocarlo. Y en las excitaciones sexuales involuntarias, tienen obligación de resistirlas y no consentir en ellas.

«Es evidente que antes del matrimonio no tendrían que darse ciertas intimidades y confidencias sexuales (caricias íntimas, etc.), dado que por su misma naturaleza conducen a la relación completa».

El amor es insaciable; siempre pide más.
A veces, las barreras morales le cortan el camino, pero él quiere saltar por encima de todo.

Por eso hace falta que la razón controle el amor para mantenerle en la línea de la moralidad.

Los novios todavía no están casados.
Su amor les lleva al deseo de la entrega total, pero todavía no tienen ese derecho.
Sería como dar la absolución sacramental el que todavía no ha sido ordenado de sacerdote.

Dice el célebre moralista Häring: «Un novio no tiene más derecho al cuerpo de su prometida que al que tendría al de cualquier otra mujer. El acto sexual expresa por su misma naturaleza el vínculo irrevocable e indisoluble entre la pareja».(54)

Dice el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica:

« Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia.

»En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto y un aprendizaje de la fidelidad.

»Reservarán para el matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal.

»Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad».

Esto se consigue con la ayuda de Jesucristo.

Sin la gracia de Dios es imposible. De ahí la necesidad de una vida sacramental durante el noviazgo.

Te recomiendo que estéis siempre en sitios bien visibles.
Nada de sitios solitarios y oscuros. La oscuridad y la soledad son peligrosas.

Una de las mejores defensas morales para el comportamiento de los novios son unos ojos ajenos que los estén mirando.

El comportamiento de los novios debe ser tal que en todo momento puedan ser observados por sus padres.

«La castidad, aunque a veces es difícil y exigente, es no obstante posible en el noviazgo; pero con ciertas condiciones.

»Quien quiera conservarla es preciso que pague su precio.

»Los que no tengan voluntad para hacer los esfuerzos que se necesitan, para echar mano de las fuerzas sobrenaturales mediante la oración y los sacramentos, que no se extrañen de su fracaso y de sus caídas.

»La experiencia, a Dios gracias, atestigua que muchos novios cristianos han vivido y viven un noviazgo casto».

Por otra parte, si ella fue para él una «mujer fácil» no será raro que, después de casados, a él le atormenten los celos de que también lo pueda ser para otros.
Una mujer así no ofrece garantías de fidelidad matrimonial.

Desgraciado el hombre que se casa con una mujer lujuriosa. Tendrá dudas horribles sobre si los hijos de su mujer son de él o son de otro hombre. Conozco casos dramáticos.

Además, esas caídas en el pecado seguro que os dejan asqueados.
Os sentiríais mucho más felices si vuestro amor os uniera con Cristo en la comunión, que no en la degradación del pecado.

Sé de novios que tuvieron una época de pasión desenfrenada, y que cuando luego orientaron su vida por un camino de rectitud y pureza, me confesaron que este segundo modo de amar les hacía mucho más felices.

Algunos chicos les dicen a las chicas que ellos prefieren a las que ya lo han probado todo. Pero eso es un truco para lograr de ellas más fácilmente lo que quieren sacar, y luego abandonarlas con la misma facilidad, de quien tira un trapo viejo.

¡Es lógico!

Un chico sensato no se casa con una chica que el día de mañana puede salirle «rana».
Si no ha respetado su pureza de soltera, ¿qué garantías tiene de que no resultará adúltera después de casada?

Una vez le oí decir a un chico que a él le interesaban dos tipos de chicas: las que sólo sirven para uso sexual, y las que son dignas de amor y matrimonio. Pero, por desgracia, las segundas escasean.

Algunas chicas quieren retener a un chico haciendo concesiones ilícitas.
Pero cuando no hay amor, esto puede retrasar la ruptura, no la evita.
Y si ruptura ha de llegar, es mejor que ocurra antes de la boda.

A la mujer, ordinariamente, no le interesa el sexo si no va precedido del amor y la ternura. El hombre es más impulsivo y pasional, y puede separar el sexo del amor .
Que el chico tenga momentos en que pierda la cabeza y quiera lo que no debe, es natural. Pero si ella no quieres, no pasará nada.
Y en estas ocasiones ella es mucho más serena.
Debes por lo tanto imponerte.

Y no creas que por eso vas a perderle. Aunque él se enfade, la cosa será pasajera.
Si te quiere, volverá a ti.

Y si no vuelve, es que no te quería a ti, sino que quería usar de ti para saciar sus apetitos. Y quien te rebaja de esta manera, es indigno de ti.
Ése, más vale que se vaya.

Si te casaras con él, no serías la reina, sino la esclava. Y antes de ser esclava, más vale quedarse libre.

El quedarse soltera no tiene por qué ser una desgracia; y un matrimonio fracasado, sí lo es. Y de la peor especie.

La mujer soltera sólo es desgraciada cuando no sabe llenar su vida con un ideal de servicio al prójimo, que la haga sentirse realizada. La que logra hacerlo puede ser más feliz que una casada.

Oye, además, lo que severamente dice Jesucristo:

Si tu ojo, tu mano o tu pie, son causa de escándalo, es decir, de pecado, arrójalos lejos de ti, porque más te vale entrar con, sólo un ojo, una mano o un pie en el cielo que con los dos ojos, las dos manos o los dos pies, ser arrojada al infierno. Aplícalo a tu caso actual de relaciones: Más vale entrar sin novio en el reino de los cielos, que con novio, ser arrojada al infierno.
Sé una novia digna, limpia y pura.

No olvides, que tu novio, es únicamente un novio, que puede no llegar a ser tu marido. Ámalo, sí con ilusión y cariño; pero sin mancharte.
Cuanto más cristiana y delicada seas en tus relaciones, más feliz serás el día de tu boda, ¡más bella aparecerás ese día ante Dios y ante él...! No transijas. ¡Pura hasta el altar!

Defiende con entereza tu castidad, y haz de tus amores la más bella e ilusionada historia que un día puedas ofrecerles a tus hijos, sin tener nada que ocultarles, ni nada de qué avergonzarte.

Que tus hijas, al contarles tus amores, puedan decirte con orgullo y envidia: «¡Qué hermoso es el amor así! ¡Nosotras también queremos ser unas novias tan buenas y puras como tú...!»

¿Tendrás valor para decirles que sean puras, si tú no lo fuiste?
Piensa en tus futuros hijos. Ellos, no es fácil que sepan cómo se desarrollaron las relaciones de sus padres, pero sí que te verán a ti, su madre, con tus defectos y virtudes. Y éstas no se improvisan.

Si fuiste una novia intachable, serás sin duda alguna una madre ejemplar. Piensa en el consuelo inmenso que tendrás, si algún día tu hijo te dice que su mayor ilusión es encontrar una novia que sea como tú eres.

No olvides que el encanto de la mujer, le viene de ser pura, recatada cuando es joven; y de ser madre cuando es mayor.

Las dos cosas se han reunido en María. Ella, Virgen y Madre. Ella, Inmaculada.

Legiones de jóvenes, puestos sus ojos en María, han conservado íntegro el tesoro de su pureza.

Admirable y encantador el ejemplo de Santa María Goretti, que se deja matar antes de perder la castidad.

Y gracias a Dios las «goretis» son muchas. Recuerda a Josefina Vilaseca y otras muchas en España, menos conocidas pero no menos heroicas.

¿Qué nombre lo pondremos?

NIÑOS

Abner: Padre de la luz

Abraham: El padre excelso

Absolón: El señor es la paz

Acacio: El honrado, el que no tiene maldad.

Adalberto: Hombre noble.



NIÑAS

Abi: Alegría del padre.variante: abigail.

Abigaíl: La alegría del padre

Adalgisa: La lanza de la nobleza

Adalia: El dios del fuego.

Adelaida: La princesa real; de estirpe noble.

Fiesta Navideña

Me encuentro vestida
para ir a la fiesta,
la ocasión se presta,
¡que nada lo impida!
Si hay salud y vida
hay felicidad.
Y a decir verdad
la música llama,
y enciende la flama
de la Navidad.

Armaré la bulla
con los parranderos.
Suenen los panderos
formemos la trulla.
El güiro y su puya
estan resonando,
ya están entonando
todos los cantores
y hasta los albores
te estaré cantando.

Con su voz doliente
el Cuatro repica
su música rica
diciendo presente.
Sonido elocuente
que nos apasiona.
El alma aprisiona,
la mente captura;
de nuestra cultura
él es la corona.

Se oye la Espinela
y la decimilla
desde la otra orilla
la plena se cuela.
Jengibre y canela
perfuma el ambiente,
la brisa se siente
como acariciando;
y el Cuatro sonando
alegra a la gente.

Andrés Díaz Marrero

Como el coquí

Coro:
Soy como el coquí
que trova en la sierra
le canto a la tierra
donde yo nací.

(Aguinaldo para ser cantado)

Más bella y lozana
no existe otra tierra.
El Yunque en la sierra,
hermosa fontana:
a cada mañana
ofrece su encaje.
Brumoso celaje,
de amoroso vuelo
y sobre su cielo
da a luz el paisaje.

Sobre la colina
desciende la espuma,
vaporosa bruma,
de suave neblina.
Hermosa pretina
la enagua del valle
con fino detalle
su pudor asoma,
cual blanca paloma,
colgada a su talle.

Mi alma volandera,
sobre tu regazo,
tendida ante el raso
de la azul esfera;
todo te lo diera:
lo que soy, y fui.
Tú eres para mí
sostén de la vida
¡Ay, patria querida!
vivo para ti.

Lo llevo en el pecho.
Lo siento en el alma.
Me roba la calma,
reconozco el hecho.
Mas tengo derecho
a expresarlo así.
Soy como el coquí
que trova en la sierra
le canto a la tierra
donde yo nací.

(Andrés Díaz Marrero)

Aranda


Existen cierta discrepancias entre los distintos autores sobre el origen de este apellido. Así, algunos dicen que el linaje Aranda procede del solar de Arandia, en Navarra, y que por la pronunciación castellana se le llamó Aranda.

Otros, sin embargo, entre los cuales se cuenta el reconocido genealogista y heraldista vasco don Endika de Mogrobejo, dice en su obra "Blasones y Linajes de Euskalerría" que es lo más probable que los Aranda tuvieran su principio en Castilla, una de cuyas líneas pasó a Vizcaya, estableciéndose en la villa de Durango. Así, Domingo y Manuel de Aranda Gil, hermanos y naturales de Santo Domingo de la Calzada (Rioja), residentes en Bilbao, obtuvieron Sello Mayor en esta villa el 29 de Julio del año 1741. Por otra parte, señala Mogrobejo, miembros de este linaje probaron su hidalguía para ingresar en la Orden de Santiago, Calatrava y Carlos III.

Afirman, finalmente, la mayor parte de los autores consultados que el primitivo solar de los Aranda estuvo sito en la villa de Medina de Pomar, del partido judicial de Villarcayo, provincia de Burgos, y que de allí pasaron a Aranda de Duero, villa de la misma provincia, en la que habían sido heredados, fundando entonces en ella nueva casa y tomando su nombre por apellido. Según los autores que mantienen este criterio, los Aranda de la provincia de Burgos pasaron a Vizcaya y Navarra, y allí, por el idioma, se apellidaron Arandia. Según relata el más antiguo de los historiadores de Vizcaya, don Lope García de Salazar, en su obra "Bienandanzas e Fortunas", los Arandía tuvieron su más antiguo solar en las cercanías de la villa de Durango.

En Aragón, los Aranda se hallan documentados desde el siglo XV, con armas propias, según señala don Vicent d´O Río Martínez en su "Diccionario de Heráldica Aragonesa".

En cuanto a la etimología y significado del topónimo y del apellido Aranda, el reconocido lingüista Gutierre Tibón nos dice que es palabra vasca y que procede de "aram", que significa "endrino" más el sufijo locativo -da, que le da el sifnificado de "endrinal"(tierra en la que abunda el "endrino", que es una especie de ciruelo silvestre). Según Mogrobejo, antes citado, Aranda tiene también el significado de "valle espacioso".

Armas.- Unos Aranda de Aragón, según el citado Bizén d´O Río, llevaron: En campo de plata, león de gules.

A mi madre

IV

Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.

En su regazo amoroso,
soñaba... ¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.

Mas la dulce madre mía,
sintió el corazón enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritióse en su pecho.

Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
murióse la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.

La virgen de las Mercedes,
estaba junto a mi lecho...
Tengo otra madre en lo alto...
¡por eso yo no me he muerto!

Rosalía de castro

A mi madre

III

¡Ay!, cuando los hijos mueren,
rosas tempranas de abril,
de la madre el tierno llanto
vela su eterno dormir.

Ni van solos a la tumba,
¡ay!, que el eterno sufrir
de la madre, sigue al hijo
a las regiones sin fin.

Mas cuando muere una madre,
único amor que hay aquí;
¡ay!, cuando una madre muere,
debiera un hijo morir.

Rosalía de castro