lunes, 4 de febrero de 2008




por Susan Yudt
Traducido por Susana Petit, 07.22.05


Masturbación. La mayoría de las personas lo hacen, pero muchas se preocupan que están haciendo algo malo. Esto se debe a que existen muchos mitos, como por ejemplo que la masturbación es sucia, peligrosa o algo de lo que hay que avergonzarse. Pero la verdad es que la masturbación es segura y saludable, y está aquí para quedarse. La gente de todas las edades lo hace. Los chicos, las chicas. Las personas solteras y aquellas que están en una relación. Algunas lo hacen varias veces al día, otras algunas veces al año. Analicemos a fondo algunos de estos mitos sobre la masturbación que hacen que la gente tema que los sorprendan "in fraganti."

Mito #1: La masturbación no es saludable.

Quizás hayas escuchado que la masturbación te puede dejar ciego/a o que daña tus órganos sexuales. Esto no podría ser menos cierto. La masturbación no causa ningún daño físico. De hecho, tiene varios beneficios físicos y mentales — he aquí algunos de ellos:


La masturbación libera el estrés y la tensión física. Muchas personas se masturban para relajarse y a veces para poder dormirse.


Los orgasmos, ya sea de la masturbación o los juegos sexuales con tu pareja, pueden actuar como un calmante natural. Un estudio realizado en el 2001 determinó que un orgasmo puede aliviar las migrañas más rápido que un medicamento. Algunas mujeres se masturban para reducir los dolores menstruales. Los estudios también indican que los orgasmos pueden incluso prevenir la endometriosis, una enfermedad del revestimiento uterino.


Un estudio reciente señala que la eyaculación frecuente de la masturbación puede reducir las probabilidades de que un hombre desarrolle cáncer de la próstata.
Además, la masturbación es definitivamente el sexo más seguro, no hay riesgo de embarazo o infección.

Mito #2: Sólo las personas que no tienen sexo se masturban.

He aquí un dato muy interesante: las personas que tienen parejas sexuales estables en realidad se masturban más que aquellas que no las tienen. Algunos se preocupan cuando descubren que sus parejas se masturban, porque se preguntan, "¿Por qué masturbarse cuando puedes tener sexo? ¿Quiere decir que mi pareja no siente atracción por mí?" Pero muchas personas, ya sea solteras o que están en una relación se masturban cuando no están con su pareja. Algunos usan la masturbación como una especie de "ensayo previo," para descubrir lo que les da más placer. Las personas pueden aprender sobre sus cuerpos masturbándose y esto las puede ayudar a comunicarse mejor con sus parejas sobre lo que más les gusta sexualmente.

Mito #3: Las chicas no se masturban.

Algunas personas piensan que está bien que los chicos se masturben y tengan sexo, pero que las chicas no deberían hacerlo. Lamentablemente, nuestra sociedad se siente más cómoda cuando los hombres expresan su sexualidad y no las mujeres, por lo tanto, se enseña a las chicas a no masturbarse, o a no decir que lo hacen. Pero la verdad es que las chicas y las mujeres sí se masturban, y no hay ningún motivo por el cual no deberían hacerlo. De hecho, un estudio indica que las mujeres que se masturban tienen una autoestima más alta que aquellas que no lo hacen.

Mito #4: Es malo masturbarse todos los días.

Algunas personas se masturban todos los días, o incluso más de una vez por día. Eso está bien. ¿Se puede uno masturbar demasiado? Según los expertos, sólo se considera excesivo cuando la masturbación afecta las actividades cotidianas, como por ejemplo ir a la escuela o al trabajo, encontrarse con amigos. Y son muy pocos los que tienen este problema. Además, otros se preocupan que la masturbación frecuente puede afectar la fertilidad de las chicas o la capacidad de un chico de producir esperma. No es así. Es posible que un chico tenga menos volumen de esperma si se masturba frecuentemente, y su semen podría contener menos espermatozoides. Pero esto no significa que su conteo de esperma será inferior en el futuro. Los testículos comienzan a producir esperma y a almacenarlo a partir de la pubertad y la producción de esperma continúa a lo largo de toda la vida.

Por lo tanto, olvídate de esos rumores de palmas peludas y penes que se achican. La masturbación es una manera sana de liberar tensión, explorar nuestra sexualidad y descubrir lo que nos da placer. Disfrutemos el placer que nos podemos brindar nosotros mismos.

¿Qué nombre lo pondremos?


NIÑOS


Aarón: El iluminado.

Abdallah: El servidor de Dios.

Abdías: El servidor de Dios.

Abdón El que es muy servicial.

Abdul: Hijo de Dios.


NIÑAS

Abril: Que recibe el sol en primavera. en inglés: april. segundo mes del calendario romano.

Amadís: El gran amor.

Anaís: Variante de ana.

Angela: La que envió Dios.

Angélica: Variante de ángela.

Yukibo y la Flor de moriviví


Personajes:

1. Narrador
2. Coahí
3. Yukibo
4. Padre
5. Bohíque
6. Yocahú




Acto I, Cuadro 1

Narrador:
Los padres de Yukibo y Cohaí eran grandes amigos, y aunque vivían en distintos yucayeques cada tres lunas llenas se visitaban entre sí. Yukibo y Cohaí aprovechaban estos encuentros para conversar, reír y compartir ensueños; comportamiento que aprobaban los padres.


Cohaí:
¿Me amas?



Yukibo:
Como a la luz del sol. Esa luz que nutre y da vida a todo cuanto alcanza; a la hierba, a los árboles y al sonoro cantar de la quebrada…

Cohaí:
Yo también te quiero; y me haces falta; me haces falta como al cielo las nubes; como al ave las alas…

Narrador:
Algún tiempo después, la pareja de enamorados convino en pedir a sus respectivos padres consentimiento para casarse. La noticia alegró tanto a los padres que estos se comprometieron a fijar la fecha de la boda.



Acto I, cuadro 2

Narrador:
Pero antes de que Cohaí y Yukibo se casasen, el bohíque principal de la isla solicitó al padre de ésta que se la diera en matrimonio.


Padre:
es un honor, ¡oh, gran bohíque!, que usted quiera pertenecer a nuestra familia. Pero, no puedo complacerlo. Cohaí le ha sido prometida a Yukibo.

Bohíque:
¡Cohaí será mi esposa!

Padre:
Ella tiene a Yukibo en su corazón. Sin embargo, yo tengo otra hija que la iguala en belleza. Con gusto se la cedo en matrimonio.

Bohíque:
¡Quiero a Cohaí!

Padre:
Ya hemos formalizado el compromiso con los padres de Yukibo.

Bohíque:
Soy el gran bohíque; ¡será mi esposa aunque tú no lo quieras!

Padre:
Lo siento, pero ya está fijada la fecha de la boda...


Acto I, Cuadro 3

Narrador:
El bohíque se marchó furioso, dando grandes voces. Cohaí, escondida tras el telar, había escuchado la conversación; y temblorosa lloraba. Desde ese día el bohíque mantuvo a Cohaí en un constante asedio. A cada momento se le presentaba en el bohío, la seguía hasta el mercado y cuando lavaba ropa se le aparecía de repente con la intención de raptarla. Cosa que nunca pudo lograr; pues, el padre de ella y Yukibo se alternaban para acompañarla. Lleno de ira al ver fracasar su propósito, el bohíque, utilizando sus conocimientos de hechicero convocó a Tuyra, espíritu del mal.

Bohíque:
(clamando, mientras preparaba un mortal brebaje.)
¡Grande y sublime, Tuyra, dios de la desolación y la venganza! ¡Acude a mí! Uña de urubú, rabo de anolis, yerba anamú, patas de bibijaguas y agua de naiboa corta a Yukibo mi anki, ¡destrúyelo!


Acto I, Cuadro 4

Narrador:
Tres días antes de la boda los amigos del novio se reunían con él para embijarlo. El astuto bohíque, sin que nadie lo supiera, mezcló el brebaje, que había llevado escondido, con la comida destinada al novio. Yukibo, ajeno a la maldad del bohíque, comió y bebió entusiasmado. A partir de ese momento comenzó a enfermar. Minutos antes de que se celebrara la boda, Yukibo moría sin que sus familiares y amigos adivinaran la causa.

Hubo una breve ceremonia. Los amigos y deudos enterraron el cuerpo de Yukibo. Todos se marcharon, menos Cohaí; quien no cesaba de clamar frente a la tumba.


Cohaí:
(Llorando frente a la tumba) Yocahú, escucha mi ruego, ¡devuélvele la vida a mi amado!, ¡regrésale su naniqui!

Yocahú:
(La voz solamente) ¡Cohaí!, ¡basta ya de llorar!

Cohaí:
¡Yocahú!

Yocahú:
Sí, soy yo. No puedo devolverle el naniqui a Yukibo, pero puedo transformarlo antes de que huya de su cuerpo.

Narrador:
Hubo un intenso ventarrón, apartáronse las nubes del cerrado cielo y un destello de luz penetró en la tumba de Yukibo. Cohaí, sorprendida, vio salir de la tumba un hermoso ruiseñor. Sintió un breve aleteo sobre su cabeza y luego lo vio perderse en el gris del horizonte.



Acto II , cuadro 1

Narrador:
Poco tiempo después el bohíque obtenía el permiso del cacique para casarse con Cohaí. Cohaí desconsolada, ante la noticia de que tenía que casarse contra su voluntad, clamaba:

Cohaí:
¡Ay, muerte recelosa que me esquivas!
¡Oh, muerte de mi amado!,
¡borrar de mí su amor,
tú no has logrado!
Pues tiembla, a su recuerdo,
y se enternece este afán de dulzura,
que mis lágrimas riegan con ternura:
capullo florecido y perfumado,
que sólo a ti responde
llanto que no se esconde
y que anhela llegar pronto a su lado...


Acto II, cuadro 2

Narrador:
El ruiseñor, que ha escuchado la súplica de su amada, vuela hasta lo alto del Yunque a pedirle ayuda a Yocahú.


Ruiseñor:
(Voz de Yukibo)
¡Bondadoso señor!,
tú, que le das dulzura al agua de los ríos,
con que saciamos nuestra sed;
que haces brotar los frutos de la tierra
con que nos sustentamos.
Tú, que enciendes el farol de la mañana
y lo guardas al terminar la tarde,
escucha el llanto de mi amada,
escucha la tristeza de mi canto.
Dime, cómo evitar que Cohaí siga penando;
y lo que es peor, que contra su voluntad despose
a quien, con despiadada crueldad, me hizo este daño.

Yocahú:
Recoge una gota de néctar de rocío en la parte plateada de la hoja del yagrumo y dásela a tomar a Cohaí antes de que la última oscuridad de la noche se desvanezca con la llegada del día.


Acto II, cuadro 3

Narrador:
Cuando fueron a buscar a Cohaí para la ceremonia de la boda, la encontraron muerta. Hoy sobre su tumba florece una pequeña planta. Planta que cierra sus hojas ante todo el que la toca; excepto al ruiseñor, quien, antes de acariciarla, le canta para dejarle saber que es él.

Ruiseñor:

(Voz de Yukibo)
Escucho el susurro acompasado y frágil
polen multicolor de mariposa
que flota cual suspiro enamorado
que cual suspiro enamorado flota...
Es el beso de luz de una alborada
eres tú, amor... que esperas mi llegada
y al trino de mi amor suspiras.
que ciñe su diadema diamantina
y troca su fulgor en suave rima,

Flor de moriviví:
(Voz de Cohaí)
Antes de oír las notas
adulzar el silencio con tus trinos,
temblaron mis estambres y mis hojas.
Presentí tu llegada, y mi suspiro
fue fragancia y despertar de aurora;
el gorjeo de tu voz es melodía
que ahuyenta mi nostalgia con su canto.
Anhelante, ya estoy de tu caricia.
¡Unamos nuestro ser, en tierno abrazo!

Narrador:
Al caer la tarde, en el recodo del valle donde se encuentra la tumba de Cohaí, una mimosa y púdica flor junto a un enamorado ruiseñor, la melodía del amor, musitan


© Andrés Díaz Marrero, 2007

La Mariposa y la Flor


Narrador:
Recién se había transformado de gusanito en mariposa. Extendió sus alas, todavía un poco húmedas, las abanicó al viento para terminar de secarlas y remontó vuelo hacia la flor. Desde allí se sintió dueña del paisaje. La fragancia de la flor y la suavidad de sus pétalos la hacían sentir muy feliz.


Flor:
Eres muy bella.

Mariposa:
Y tú eres tiernecita y perfumada.

Flor:
Ven, te invito a probar el dulzor de mi néctar. Lo he preparado especialmente para ti.

Mariposa:
¡Gracias!, ¡Mmmm!, es exquisito. Cuando era un gusanito te miraba desde abajo; contemplaba en silencio tu belleza y te admiraba. ¡Te admiraba tanto! Recuerdo que volteaba mi cabeza hacia el cielo y soñaba con elevarme del suelo y llegar hasta ti. Soñaba con volar, surcar el espacio..., para luego acercarme a tus pétalos y reposar en ellos. Y allí al sentir, de más cerca, la tibieza del sol sobre mi cuerpo, abrir plenamente mis alas temblorosas, para luego mirarme en el espejo de rocío que la madrugada bordó sobre tus hojas.

Flor:
Yo también pensaba en ti. A decir verdad, te esperaba; deseaba ver cerca de mí los hermosos colores que te visten. Esperaba las caricias de tus alas. Yo también fui pequeña y me sentí insignificante. Fui solamente un pequeño capullo, producto de un minúsculo granito de polen...

Mariposa:
(interrupiéndola) ¡Te amo!

Narrador:
La flor hizo silencio, abrió enamorada su corola y se dejó acariciar completamente... Y un rumoroso susurro de besos, pétalos y alas cubrió de armonía la mañana.

Andreu



Escriben los afamados genealogistas y heraldistas García Carraffa que léese en varios tratadistas que Andreu es una modalidad catalana de Andrés y que, por lo tanto, son un mismo apellido. Los "Nobiliarios" de Aragón, especialmente, son los que con más insistencia afirman que los Andreu son Andrés, señalándoles las mismas armas de éstos.

En cuanto a los Andreu aragoneses, en el "Diccionario de Heráldica Aragonesa", del tratadista Bizén d'O Río Martínez, leemos que tuvieron dos antiguos solares en Aragón, de los cuales salieron las ramas que extendieron el apellido por el resto del antiguo reino.

El primero de dichos solares se halló en la ciudad de Barbastro, en la provincia de Huesca, extendiéndose sus ramas por Aragón y Catalunya. Fueron sus armas las que describimos al final de este estudio. Dichas armas son, por otra parte, las mismas que los ya mencionados García Carraffa atribuyen a los Andreu de Catalunya, y que ya aparecen descritas en la obra titulada "Nobiliario de Aragón", del antiguo tratadista Pedro Vitales.

Hallóse el segundo de los solares antes mencionados en el Valle del Roncal, en el Pirineo de Huesca, y sus ramas se extendieron por las villas de La Litera, Zaragoza, Arcos de Frescano, Teruel y Valencia.
Como ya se ha dicho, Andreu es la modalidad catalana, utilizada como apellido, del nombre Andrés. Procede Andrés del griego ´Andréas, que surgió como nombre de la palabra griega andreios, que tenía el significado de "varonil", "masculino", "hombre".

Armas: los Andreu de la ciudad de Barbastro usaron: En campo de plata, grifo rampante de sable.

Apegado a mí.


Velloncito de mi carne,
que en mi entraña yo tejí,
velloncito friolento,
¡duérmete apegado a mí!

La perdiz duerme en el trébol
escuchándole latir:
no te turben mis alientos,
¡duérmete apegado a mí!

Hierbecita temblorosa
asombrada de vivir,
no te sueltes de mi pecho:
¡duérmete apegado a mí!

Yo que todo lo he perdido
ahora tiemblo de dormir.
No resbales de mi brazo:
¡duérmete apegado a mí!

Meciendo

El mar sus millares de olas
mece, divino.
Oyendo a los mares amantes,
mezo a mi niño.

El viento errabundo en la noche
mece los trigos.
Oyendo a los vientos amantes,
mezo a mi niño.

Dios Padre sus miles de mundos
mece sin ruido.
Sintiendo su mano en la sombra
mezo a mi niño.

Gabriela Mistral

Alumbramiento


Oh henchido vientre, vientre luminoso,
la hora del mundo estalla;
abre las alas: suma claridad
rodea la granada.

Asoma, rayo de materna luna:
conoce el aire, mueve las entrañas;
manantial esperado, entrega el ronco
bramido: ciega lanza.

Oh bendita placenta nacarada.
Oh tempestuosa calma asiendo calma.
Oh hijo, desarraiga,
asoma, despiadado y escarlata.

Mármol, mármol que mana.
Piernas sangrientas: oh bullente escala.
Sube, hijo mío, hasta
que subida no haya.

Aviva, aviva, rasga
la telaraña, rasga;
hijo mío, raudal,
vendaval, trepa, asalta.

El cielo anhela contemplarte:
contempla el cielo cara a cara:
eres el día abriéndose en torrentes:
¡espuma!, ¡roca!, ¡jarcia!

Junta la herida con la herida,
junta la noche con el alba.
Hijo tendido hacia lo alto:
junta el pañal con la mortaja.

Oh jarcia, oh roca: arriba;
más arriba, campana;
más arriba, más arriba,
vendaval, trepa, asalta.

Quiero que encuentres a mi padre
como en encuentro de montañas:
el cielo anhela contemplarte:
contempla el cielo cara a cara.

Amado cuerpo de cansancio,
dolor amado, siembra amada,
funde en tus brazos a los que se han ido,
junta la noche con el alba.

Junta la herida con la herida,
junta mi carne con tu alma,
junta la herida con la herida,
contempla el cielo cara a cara.

Aviva, aviva, rasga
la telaraña, rasga;
hijo mío, raudal,
vendaval, trepa, asalta.

Oh henchido vientre, vientre luminoso,
la hora del mundo estalla;
asoma, rayo de materna luna:
conoce el aire, mueve las entrañas.

Abre las alas: suma claridad
rodea la granada.
Manantial esperado, entrega el ronco
bramido: ciega lanza.

Oh bendita placenta nacarada.
Oh tempestuosa calma asiendo calma.
Mármol, mármol que mana.
Piernas sangrientas: oh bullente escala.

Oh hijo, desarraiga,
asoma, despiadado y escarlata.
Sube, hijo mío, hasta
que subida no haya.

Manantial esperado, sube, sube,
abre las alas, sube, abre las alas,
asoma, rayo de materna luna:
conoce el aire, mueve las entrañas.

Oh henchido vientre, vientre luminoso,
la hora del mundo estalla;
abre las alas: suma claridad
rodea la granada.

David Rosenmann Taub