lunes, 1 de octubre de 2007

Lactancia


Como te dio hambre, te despertaste buscando el pezón;
como los pechos se colmaron, se despertaron buscándote
y la madre en la cama se levanta y te toma en sus brazos.

A la medianoche
una nieve de flores firmemente abiertas
tus mejillas junto a mis pechos, la blusa desabotonada,
están heladas, sufrientes,
los párpados bajos
se han colmado de lágrimas
que iluminan como portátiles
lámparas de papel.

¿Huele a hierba la leche?
¿Te he dejado satisfecho?
¿Flotas ya en el sueño?

Tu sueño nunca se caerá
porque lo sostengo con brazos de madre.

Madre e hijo
nos calentamos con la frescura
y el calor de la vida
y vamos subrepticiamente
por las noches en que vienen los diablos.

Satoko Tamura.
Traducciones de la autora

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