VI
Errantes, fugitivas, misteriosas,
tienden las nubes presuroso el vuelo,
no como un tiempo, cándidas y hermosas,
sí llenas de amargura y desconsuelo.
Más allá, más allá..., siempre adelante,
prosiguen sin descanso su carrera,
bañado en llanto el pálido semblante
con que riegan el bosque y la pradera.
Que enojada la mar donde se miran
y oscurecido el sol que las amó,
sólo saben decir cuando suspiran:
«Todo para nosotras acabó.»
Rosalía de castro
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